Tres veces han estado feligreses de Campanario en Tierra Santa con peregrinaciones preparadas por la Parroquia. Los lugares que se visitan son los mismos, pero las vivencias de cada una de ellas las convierten en experiencias diferentes.
En esta última, celebrada del 18 al 25 del pasado mes de julio de 2023, hemos tenido la oportunidad de celebrar la Eucaristía sobre la tumba donde estuvo enterrado el Señor.
Ese lugar fue determinante para la fe en la resurrección y los cuatro evangelistas dan testimonio de que la tumba está vacía.
Mateo dice: “No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía”. (Mt 28, 6). Marcos escribe: “Él les dijo: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron”. (Mc 16, 6). Lucas cuenta: “Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús”. (Lc 24, 3). Juan narra: “María la Magdalena… les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro… Simón Pedro… entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte… entró también el otro discípulo… vio y creyó”. (Jn 20, 1-8).
Los primeros cristianos hicieron de esa tumba lugar de peregrinación, porque es la testigo silenciosa de la resurrección de Jesús. Los cristianos de hoy mantienen la fe en ese lugar, no van a venerar unos restos mortales, sino una tumba vacía.
Puede pensarse, como los soldados sobornados difundieron, que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús. Lo único que sucede es que todos esos discípulos temerosos que habían abandonado y negado a Jesús durante su pasión y muerte, después de la tumba vacía proclamaron la resurrección y dieron sus vidas por defender esa verdad.
Entrar en un lugar de muerte, ver nada y creer en el triunfo de la vida por la resurrección de Cristo es el todo de la fe del discípulo que se siente amado.